lunes, 20 de abril de 2009

Chau pesimismo...

Chau pesimismo de Mario Benedetti

Ya sos mayor de edad
tengo que despedirte
pesimismo

años que te preparo el desayuno
que vigilo tu tos de mal agüero
y te tomo la fiebre
que trato de narrarte pormenores
del pasado mediato
convencerte de que en el fondo somos
gallardos y leales
y también que al mal tiempo buena cara

pero como si nada
seguís malhumorado arisco e insociable
y te repantigás en la avería
como si fuese una butaca pullman

se te ve la fruición por el malogro
tu viejo idilio con la mala sombra
tu manía de orar junto a las ruinas
tu goce ante el desastre inesperado

claro que voy a despedirte
no sé por qué no lo hice antes
será porque tenés tu propio método
de hacerte necesario
y a uno lo deja triste tu tristeza
amargo tu amargura
alarmista tu alarma

ya sé vas a decirme no hay motivos
para la euforia y las celebraciones
y claro cuandonó tenés razón

pero es tan boba tu razón tan obvia
tan remendada y remedada
tan igualita al pálpito
que enseguida se vuelve sinrazón

ya sos mayor de edad
chau pesimismo

y por favor andate despacito
sin despertar al monstruo

Que gran razón tiene este gran poeta. ¿De qué sirve en verdad ser de vaso medio vacío?, ¿de que sirve mirar hacia abajo y lamentarnos por todo?. Nosotros alimentamos nuestro propio pesimismo. Porque como dice Mario Benedetti nosotros le preparamos el desayuno, le intentamos explicar que somos gallardos y leales, que al mal tiempo buena cara...

¿Por qué intentamos convencer algo absurdo y no nos convencemos a nosotros mismos?, ¿por qué le preparamos el desayuno todos los días? Y claro, encima no es nada agradecido. Nada. Y por eso, está todo el día malhumorado, arisco... Consigue que nos frustremos, y nosotros dejamos que consiga que nos frustremos. Y aún así, ni siquiera está contento. Y se va colando en nuestras vidas. Se hace necesario. Es el odio que nos provoca, lo que nos hace estar ligados a él. Y no tiene razón, pero nosotros conseguimos ver que sí la tiene.

Queremos que se vaya, que se vaya para siempre. Despacio. Eso sí, sin hacer ruido, ¿nos da miedo su ausencia? No lo sé. Como tampoco sé porque existe el pesimismo, ni por qué escribo estas líneas cuando yo muchas veces vivo atrapada en él. Quizás es hora de decirle: chau pesimismo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario